Cómo construir vínculos libres de miedo
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octubre 21, 2024Al principio de una relación, cuando estamos conociendo a alguien que despierta nuestro interés, es común idealizar a esa persona. Nos aferramos a la versión más perfecta de ellos, proyectamos nuestras expectativas y sueños, y, en muchos casos, esa idealización forma parte del enamoramiento.
Sin embargo, con el tiempo, especialmente cuando la relación se desmorona, esa imagen que construimos de nuestra pareja empieza a tambalearse. Después de la ruptura, dejamos de ver a la persona como la idealizamos y empezamos a ver quién realmente es.
En el proceso de idealización, solemos ignorar o minimizar los defectos de la otra persona. Es fácil perderse en los aspectos que más nos atraen y pasar por alto aquellos que podrían ser señales de alerta o diferencias fundamentales. Esta tendencia a embellecer a la pareja puede venir del deseo profundo de conectar, de amar y ser amado. Es como si quisiéramos que esa persona encaje perfectamente en la narrativa de lo que creemos que es una relación ideal. Este fenómeno es especialmente fuerte al inicio, cuando las emociones están en su punto más alto y cada interacción parece confirmar nuestras expectativas.
Pero, cuando la relación se enfrenta a la realidad cotidiana, las diferencias y los defectos que antes parecían insignificantes comienzan a notarse. Las pequeñas grietas se hacen más visibles, y la distancia entre lo que pensamos que era y lo que realmente es la relación comienza a ampliarse.
La ruptura suele ser el punto culminante de este proceso, donde se hace imposible seguir sosteniendo esa imagen idealizada. Es un choque entre lo que creímos y lo que es. De repente, la persona que antes parecía perfecta se vuelve humana, con sus defectos, limitaciones y contradicciones.
Después de la ruptura, uno de los momentos más reveladores es cuando empezamos a ver a nuestra ex pareja sin los lentes de la idealización. Esa versión que creamos de ellos se desvanece y, en su lugar, emerge una visión más clara y realista.
Quizás la persona no era tan generosa como creíamos, o tal vez nunca compartió nuestras mismas aspiraciones o valores. En este proceso, podemos sentirnos desilusionados, confundidos y hasta traicionados, no solo por la otra persona, sino por nosotros mismos, por haber permitido que la idealización nublara nuestra percepción.
Pero esta etapa post-ruptura, aunque dolorosa, es profundamente transformadora. Es en este momento cuando podemos empezar a ver la relación tal como fue, sin las distorsiones del enamoramiento o las expectativas desmedidas. Nos enfrentamos no solo a la realidad de la otra persona, sino también a la nuestra. ¿Por qué idealizamos a esa persona? ¿Qué parte de nosotros proyectamos en ella? Estas preguntas abren la puerta a una introspección más profunda, donde podemos reconocer patrones y aprender lecciones importantes sobre el amor y sobre nosotros mismos.
Es natural sentir frustración o decepción cuando la imagen de nuestra ex pareja se desvanece, pero este es un paso necesario en el proceso de sanación. Empezamos a ver a la persona con mayor objetividad, como un ser humano con luces y sombras, y no como la figura perfecta que nuestra mente creó en algún momento. Este cambio de perspectiva también nos ayuda a sanar porque nos libera de las expectativas no cumplidas, nos permite aceptar la ruptura como un proceso natural y nos empuja a enfocarnos en nuestro propio crecimiento.
Reconocer a nuestra ex pareja como realmente es, en lugar de la versión idealizada, también nos da la oportunidad de cerrar un ciclo. Nos permite dejar ir, no solo a la persona, sino también a la imagen que construimos de ellos. Esta claridad es liberadora. Al dejar atrás la idealización, podemos empezar a ver la relación desde una perspectiva más equilibrada, apreciando tanto los momentos buenos como los malos, sin aferrarnos a lo que pudo haber sido.
Este proceso no solo transforma nuestra visión de la persona, sino también nuestra comprensión del amor y de lo que buscamos en una relación. La idealización, aunque común, puede ser una trampa si no somos conscientes de ella. Es un recordatorio de que el amor verdadero no se basa en la perfección o en cumplir con expectativas inalcanzables, sino en aceptar y amar a la otra persona tal como es, con sus defectos y cualidades.
Al final, ver a nuestra ex pareja como realmente es, después de una ruptura, nos prepara para futuras relaciones más sanas y auténticas. Nos ayuda a estar más atentos a nuestras propias expectativas y a construir vínculos basados en la realidad, no en la fantasía. Es un recordatorio de que el amor no es encontrar a alguien que se ajuste perfectamente a nuestros deseos, sino encontrar a alguien con quien podamos crecer y compartir, sin perder de vista quiénes somos ni quiénes son ellos.
Aceptar esta realidad también nos da la oportunidad de conectar con nosotros mismos de una manera más profunda. Al dejar atrás las ilusiones y expectativas, nos encontramos con nuestras propias necesidades y deseos genuinos, lo que nos permite entrar en futuras relaciones desde un lugar de mayor autoconocimiento y plenitud.
Recuerda, no idealizar al otro es la mejor manera de ser honestos con nosotros mismos y nuestra mejor oportunidad para construir vínculos sanos y auténticos.
Si sientes que estás en una relación idealizada, no culpes al otro. Permíteme ayudarte a entender cuál es el estado de tu relación con tu pareja y contigo mismo.
Cuenta conmigo, estoy a solo un clic.
Con profundo cariño,
Claudia Girón
+1 (305) 778-6142