
Cuando la razón y la emoción son aliadas
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Pero muchas veces nos aferramos a la idea de que ciertas emociones —como el miedo, la rabia, la culpa o la tristeza— son incómodas o negativas, y por ello tendemos a evitarlas.
Este rechazo a sentir lo que consideramos “emociones desagradables” puede parecer una forma de protegernos del dolor, pero en realidad, lo que sucede es que esas emociones no desaparecen, sino que se quedan en nuestro interior.
«Cuando negamos lo que sentimos, nos resulta mucho más difícil comprender y procesar el motivo detrás de esa emoción».
Por ejemplo, si evitas admitir que estás triste, te privas de la oportunidad de explorar las causas de esa tristeza y, en consecuencia, te impides sanar. La emoción negada, en lugar de disiparse, se acumula y puede manifestarse de formas inesperadas, ya sea a través de irritabilidad, fatiga o incluso conflictos en tus relaciones.
Aceptar tus emociones es el primer paso para liberarte del peso que, muchas veces, llevas sin darte cuenta. No se trata de dar la bienvenida a cada emoción sin filtro, sino de reconocerlas, permitirte sentirlas y, sobre todo, investigar de dónde vienen y por qué surgen.
Al hacerlo, comienzas a conocerte mejor. Cada emoción, ya sea la que más te guste o la que te incomode, tiene un mensaje valioso que puede enseñarte algo sobre tus necesidades, tus límites y tus deseos más profundos.
«La práctica de la aceptación emocional te invita a transformar la incomodidad en una oportunidad para crecer».
Cuando te permites sentir el miedo sin reprimirlo, descubres que ese miedo puede ser una señal de que estás al borde de un cambio importante. Cuando te permites sentir la rabia, puedes entender que esa energía te está diciendo que algo en tu vida requiere ser confrontado y modificado. Reconocer la culpa o la tristeza, en cambio, te abre la puerta a la compasión y a la posibilidad de perdonarte, de aprender y de avanzar.
Este proceso de aceptación no es inmediato ni siempre sencillo. Requiere práctica, paciencia y, en muchos casos, la guía de técnicas de mindfulness o el acompañamiento de un profesional que te ayude a descifrar esos mensajes internos.
Pero, con el tiempo, al integrar lo que sientes en tu vida diaria, empiezas a vivir con mayor ligereza y claridad. Aprendes a distinguir entre lo que te nutre y lo que te agota, y poco a poco, construyes una relación más sana y consciente contigo mismo.
Al aceptar todas las facetas de tu experiencia emocional, te abres a la posibilidad de una vida más auténtica y plena.
No permitas que el miedo a sentir te priva de la riqueza que aporta cada emoción. En lugar de ello, acéptalas, descúbrelas y utilízalas como un camino hacia el autoconocimiento.
Porque cuando te conoces de verdad, cada emoción se convierte en una herramienta para construir una existencia que refleje tu verdadero ser.
Y si necesitas una guía en este camino, cuenta conmigo.
Con amor,
Claudia Girón
@psclaugiron