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Mentiras que nos contamos «por amor»
diciembre 16, 2024Nos han hecho creer que el amor verdadero requiere sacrificios y un esfuerzo incesante por mantenerlo a flote.
Las frases románticas que nos venden la idea de que “si no duele, no es amor” o que “amar es difícil, pero vale la pena” se repiten tanto que terminan por convencernos de que el amor debe ser algo que cuesta, algo que duele, algo que hay que ganarse día a día. Pero el amor, cuando es real, no necesita ser una batalla, ni una prueba constante. El amor verdadero no es sinónimo de sufrimiento.
El amor que es real fluye. Es como el agua de un río: tiene su propio ritmo, su propia cadencia, y no necesita que te esfuerces en empujarlo para que siga avanzando. No significa que no habrá momentos de desacuerdo o que no surgirán obstáculos en el camino, pero esos desafíos no se sienten como guerras que debes ganar o como cargas que debas arrastrar. En cambio, son momentos para crecer, entenderse y fortalecerse juntos, desde la calma y el respeto.
«Cuando el amor es real, no necesitas cambiar quién eres para encajar. No tienes que esforzarte por ser más, por dar más, por demostrar más. Porque en el amor auténtico no existe la sensación de que no estás siendo suficiente. Simplemente eres, y eso basta».
Amar y ser amado desde la libertad y la aceptación no requiere máscaras ni sobreesfuerzos. Te aman con tus luces y tus sombras, con tus fortalezas y tus fragilidades, y no hay miedo de mostrarte tal cual eres.
Cuántas veces hemos visto relaciones que parecen sostenidas con alfileres: personas que sacrifican su tranquilidad, su autoestima y hasta su esencia por “hacer que funcione”. Pero si te detienes un momento a pensarlo, ¿qué amor merece desgastarte así?
Si el amor implica un agotamiento constante, si te obliga a renunciar a ti misma, a tus sueños o a tu paz mental, ¿puede realmente llamarse amor? Un amor real no debería sentirse como cargar un peso en la espalda; debería sentirse como un refugio seguro.
Amar no es hacer esfuerzos desmedidos para ser visto, para ser escuchado, para ser amado de vuelta. En el amor verdadero, las cosas se construyen desde la sencillez y la naturalidad.
No te quedas esperando migajas de cariño ni tienes que pedir a gritos atención y cuidado. Porque cuando el amor es auténtico, ambas partes se encuentran de manera natural y la relación se nutre de pequeños gestos diarios que nacen del deseo genuino de estar ahí, presentes el uno para el otro.
Pero no te confundas. Esto no quiere decir que el amor no requiera compromiso o dedicación. Obviamente el amor necesita atención y cuidado, como cualquier cosa importante en la vida.
La diferencia está en que no se siente forzado. No es un sacrificio que te despoja de ti misma, sino un acto de amor que das libremente porque quieres hacerlo, porque te nace hacerlo.
«Estar en una relación sana no debería sentirse como un trabajo agotador. Al contrario, debería ser ese espacio donde puedes descansar, donde te recargas y donde encuentras fuerza».
En el amor que es real, hay ligereza, no porque sea perfecto, sino porque no pesa. No te encuentras constantemente luchando para ser entendida, ni justificando tus sentimientos. No hay espacio para juegos ni para manipulaciones. Solo hay verdad, claridad y respeto mutuo.
Y quizás aquí está la gran lección: cuando el amor es real, lo sabes. Lo sientes. No porque sea grandilocuente o espectacular todo el tiempo, sino porque te brinda paz. |
Porque no necesitas esforzarte para que te amen, porque no tienes que estar probando tu valor una y otra vez. Te aman y amas, y eso basta.
Así que no te conformes con un amor que te exige esfuerzo constante para mantenerlo vivo. El amor verdadero no es un trabajo pesado ni una lucha interminable. Es una elección que haces cada día, con alegría y con calma.
Y cuando lo encuentres —o cuando lo construyas— lo sabrás, porque se sentirá fácil. No porque no existan desafíos, sino porque estar juntos, simplemente, valdrá la pena.
Con amor,
Claudia Girón
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