
La idealización familiar y el peso de las heridas invisibles
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diciembre 2, 2024La violencia hacia la mujer es un problema profundo y multifacético que, lamentablemente, no siempre se manifiesta de manera evidente.
Las agresiones físicas y verbales, aunque devastadoras, son solo la punta del iceberg. Debajo de estas formas más visibles de violencia, se esconden otras sutilezas igualmente dañinas: las violencias invisibles.
Estas formas de maltrato, aunque no dejan huellas en el cuerpo, dejan cicatrices profundas en la mente, las emociones y la autoestima. Lo más alarmante es cómo, a lo largo del tiempo, muchas mujeres pueden volverse «fieles» a estas violencias, aceptándolas como parte inevitable de sus vidas o incluso normalizándolas.
La violencia invisible se expresa en múltiples formas.
Está presente, por ejemplo:
- en el silencio de una pareja que ignora sistemáticamente las necesidades emocionales de la mujer,
- en las críticas constantes disfrazadas de «buenas intenciones»,
- en los gestos sutiles de menosprecio que erosionan la confianza en una misma,
- en el control encubierto que limita decisiones,
- en la manipulación emocional que culpa a la mujer por sus propios malestares,
- en el uso del dinero como herramienta de poder para restringir su autonomía.
«Estas violencias son especialmente peligrosas porque no siempre son evidentes, ni siquiera para quienes las experimentan. Crecen en un terreno abonado por creencias culturales y sociales que históricamente han minimizado el valor y la voz de las mujeres».
Desde niñas, muchas mujeres son condicionadas a priorizar el bienestar de los demás sobre el propio, a aceptar roles de cuidadoras o a evitar conflictos en aras de la «armonía». Este adoctrinamiento las prepara, sin saberlo, para tolerar dinámicas que no respetan sus derechos ni su dignidad.
Pero, ¿cómo llegamos a ser fieles a estas violencias invisibles?
La respuesta está en la manera en que la repetición y la costumbre moldean nuestras percepciones. Si una mujer crece en un entorno donde la invalidación emocional, la descalificación o el control son constantes, es probable que internalice estas dinámicas como normales. Más tarde, en sus relaciones adultas, puede aceptar comportamientos similares porque no ha aprendido a reconocerlos como violentos.
Además, la fidelidad a estas violencias suele estar sostenida por el miedo y la esperanza.
El miedo a la soledad, al rechazo o al juicio social puede mantener a una mujer en una relación dañina. Y la esperanza de que las cosas cambien, de que la otra persona «mejore» o de que el amor todo lo cure, actúa como un ancla emocional que dificulta romper con el ciclo.
Reconocer estas violencias invisibles es el primer paso para liberarse de ellas. Se necesita valentía para mirarse al espejo y admitir que lo que se ha estado tolerando no es amor, respeto ni cuidado. Es un acto de amor propio decir «esto no está bien» y buscar ayuda.
La terapia, el acompañamiento de redes de apoyo y la educación sobre derechos y autoestima son herramientas fundamentales para el proceso de reconocimiento. |
No menos importante es entender que la violencia invisible no solo afecta a las mujeres de manera individual, sino que perpetúa dinámicas dañinas en la sociedad. Mientras sigamos aceptando, justificando o ignorando estas formas de maltrato, estaremos perpetuando un sistema que limita la libertad y el potencial de las mujeres.
Es crucial, entonces, hablar de estas violencias, nombrarlas y señalarlas. Hacer visible lo invisible es un acto de resistencia y transformación. Es decirle al mundo, y a nosotras mismas, que no aceptamos menos que el respeto, la igualdad y el amor auténtico.
Porque romper con estas cadenas no solo libera a quien las padece, sino que abre un camino para que otras mujeres encuentren también su fuerza y su voz.
Dejar de ser fieles a estas violencias invisibles no es fácil, pero es posible. Es un viaje hacia la reconexión con nuestra propia dignidad, hacia la construcción de relaciones más sanas y hacia una vida donde podamos habitar plenamente nuestra autenticidad y nuestro poder. Es un viaje que comienza con una decisión: no más.
Si tienes duda de si sufres o no algún tipo de violencia, recuerda que no estás sola. Y que en terapia encuentras un lugar seguro, sin juicios ni exigencias, donde podemos conectar con tu ser auténtico para que puedas cortar con aquello que te hace daño y reprime tu verdadero ser.
Cuentas conmigo.
Con amor,
Claudia Girón
+1 (305) 778-6142